lunes, 13 de abril de 2009



Triduo pascual:

El jueves por la mañana laúdes, estoy acostumbrado después de toda la cuaresma, no es un trabajo extra.

Después nos fuimos a confesar toda la familia junta a Fátima y llego el primer regalo del Señor. Al llegar salía Chaparro del confesionario y le salude. (Deciros que Chaparro es un presbítero que a la vejez sigue dando mucho fruto). Se metió de nuevo al confesionario y yo no estoy muy acostumbrado a los confesionarios, le pregunto que por donde me pongo, contestación:

"Aquí delante, confiésate cara a cara con el Señor".

Para mi ha sido un regalo del Señor de cara a el, en forma de su ministro, no te puedes callar ni guardar ningún pecado, te vacías completamente.

Empezamos de forma maravillosa el triduo. El lavatorio a las 16:00, la hora no es demasiado perfecta pero es lo que hay. Parte la celebración me ayudó mucho, la otra se esfumo en la somnolencia.

Fuí por la noche a la hora santa y pude estar un rato con el Señor a solas, en la tranquilidad.

El viernes santo por la mañana, laúdes salmodiados. A la gente de la parroquia les gustó, solo falló los papeles con los salmos, las antífonas estaban cambiadas. Ya sabéis Internet.

La adoración de la cruz desde que la hacemos con la parroquia, me cuesta mucho concentrarme y realmente ponerme delante del Señor con mi cruz. La verdad que la cruz la tengo muy clara.

Los laúdes del sábado sosos, y después preparar la parroquia con las alfombras y decorarla. Ensayar los últimos cantos y los de los críos.

La noche fabulosa, yo salmista y me quedo ronco en el pregón pascual. Seguí cantando como un campeón con la voz ronca, el dayenu no se si lo cante o lo gruñí.

El banquete pascual con la parroquia del Rosario de Fátima, Tantos años con ellos que son como hermanos. Ojala un día nos pasen con ellos.

A las 07:00 a casa a dormir.